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UN GRUPO DE AMIGOS
¿Qué arandino nacido antes de 1950 no se acuerda de la antigua plaza de toros de Aranda de Duero? Parece que aún estemos viendo aquel viejo coso, con sus gradas de madera y sus asientos numerados con brocha gorda. Acudir a aquella plaza a presenciar los toros en la Aranda de mediados del pasado siglo era un acontecimiento digno de mención. Con la bota de vino recién llenada en Ricaposada y la manta al hombro para mullir el asiento o protegerse de la lluvia, pues no era infrecuente que en el mes de septiembre cayera algún que otro chaparrón, las cuadrillas de arandinos de ambos sexos acudían a la plaza, donde el verdadero espectáculo no lo daban los toreros, sino los espectadores, formándose un ambiente sensacional en el graderío. Al finalizar la corrida, era costumbre acudir a merendar a las bodegas de la calle El Aceite. La de la Tía Jesusa era la más popular. Su menú consistía en un cordero al chilindrón preparado por doña Dominica Olegari, acompañado de una buena hogaza de pan y un excelente vino clarete, que manaba a raudales de los jarros y porrones. En la fotografía que publicamos en portada podemos ver a un grupo de amigos arandinos en las gradas de la antigua plaza de toros de Aranda, durante la celebración de una corrida con motivo de las fiestas patronales.
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