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QUINTOS DEL 55. AÑO: 1.955
De los rincones más pintorescos de Aranda, donde las empedradas calles parecen susurrar historias antiguas y las tradiciones se entrelazan con el discurrir de la vida moderna,
emerge el recuerdo de una fiesta hoy desaparecida: la fiesta de los quintos. Esta celebración tiene su origen en el deber que tenían los jóvenes varones de servir en el ejército una vez cumplidos los veintiún años, que entonces anunciaban la mayoría de edad. Allá por los años cincuenta del pasado siglo, cuando los mozos eran oficialmente llamados a filas, esos mismos rincones y calles se llenaban de bullanga y algarabía, al pasar por ellas los nuevos quintos que, con la frescura propia de su juventud, se quitaban el gorro para acercarlo a los viandantes con los que se topaban, impeliéndoles con simpatía a que “soltaran” una propina destinada a sufragar los gastos de la venidera fiesta. Comenzaba esta con la solemnidad de una misa en la ermita de la Virgen de las Viñas. Tras ella, los quintos acudían a los figones, donde organizaban banquetes en compañía de sus amigos más cercanos. La alegría y la fraternidad se entrelazaban en un festín inolvidable. Al compás de la música y el baile, de las risas y los cánticos, la celebración no hacía sino cobrar intensidad a medida que avanzaba la noche. Durante su llamado al deber, aquellos jóvenes vivían una experiencia de unión y colaboración inmejorable, en la que se tejían los hilos invisibles pero poderosos de la camaradería, y se trenzaban eternos lazos de amistad. En la fotografía que publicamos en portada vemos a un grupo de quintos que se retrataron para el recuerdo después de haber pasado por el ritual de pesarse y tallarse. Los cinco quintos, ataviados con sombreros negros adquiridos para la ocasión, fueron capturados por el objetivo del fotógrafo con gesto de distinción. Posteriormente, los jóvenes se dirigieron a un figón arandino para disfrutar de un apetitoso banquete. Figuran en la imagen, sentados, de izda. a dcha.: Francisco Gómez, Enrique Marín y José-Luis Peñalba; de pie: Luis Brogeras y Felipe Carrasco.
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