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LA CRECIDA DEL RÍO DUERO
A Aranda de Duero nunca le ha faltado el agua. Por el contrario, los tres ríos que atraviesan su casco urbano han provocado en no pocas ocasiones crecidas y desbordamientos, sobresaltando a los vecinos de las zonas más inmediatas a ellos. Bien lo saben los antiguos habitantes de las casas que se levantan en la avenida del Espolón, quienes pueden dar buena cuenta de los estragos que pasaban cada vez que al padre Duero le daba por hacerse el terrible. Una de las más imponentes riadas que se recuerdan se produjo el 18 de diciembre y días siguientes de 1916, cuando el Duero creció como no se había visto nunca, ni siquiera en la famosa crecida de 1860. En aquella ocasión las aguas aumentaron su nivel ordinario casi siete metros, llegando a penetrar en la recién construida fábrica de electricidad, sita en las inmediaciones del río, aunque por fortuna no causaron daños de consideración en las instalaciones. En la imagen que reproducimos en portada puede verse
la crecida del río Duero que se registró a mediados de la década de 1970. El agua inundó la avenida del Espolón, impidiendo el paso de los vehículos por la calzada y obligando a los viandantes a convertirse en inusitados gondoleros, tal como puede apreciarse en la instantánea.
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